A
mediados del siglo XVIII, el consumo excesivo de esta bebida llevó a
empresarios a utilizar todo tipo de aditivos, causando un grave problema de
salud en Inglaterra
En 1751, circulaba por Inglaterra el que posiblemente puede
considerarse el anuncio contra el consumo de «drogas» más potente de la
historia. Fue ideado por William Hogarth, un artista grabador, ilustrador y
pintor satírico, al que habitualmente se considera el padre de los cómics
occidentales. En el cartel podía verse a una mujer, con sus ropas hechas
harapos, la cabeza hacia atrás, absolutamente borracha, con un bebe que está a
punto de resbalársele de las manos escaleras abajo. Aquel anuncio con más de
dos siglos y medio de antigüedad era un intento de representar las graves consecuencias del alcoholismo, contrastando la feliz normalidad de lo que bebían
cerveza inglesa, frente a los que preferían la ginebra.
«Usaron ácido sulfúrico, aceite de trementina y cal. Era como la muerte en un vaso»
Porque eso era para los ingleses la ginebra: la mayor droga
que podía consumir el hombre, una bebida que amenazaba con desgarrar a la
sociedad de Inglaterra. Las láminas de Hogarth se publicaron para apoyar el
«Acta de la Ginebra», la ley con la que el Gobierno inglés quiso prohibir su
elaboración, venta y consumo, en una especie de ley seca, que se había implantado
por primera vez en 1732.
Su origen se remonta a los siglos XV y XVI, en los Países
Bajos. En un tratado de destilación de 1582 ya se menciona al «acqua-juniperi»,
antecesor del «jenever» holandés y del Gin inglés. En cualquier caso, parece
que fue Franciscus Sylvius, profesor de la Facultad de Medicina de la ciudad de
Leyden (Holanda), quien destilo el fruto del enebro con alcohol puro, con el
objetivo de producir una medicina, atendiendo a las propiedades beneficiosas
que siempre ha tenido el enebro para el riñón. Pero si son los holandeses
quienes tienen el mérito de su invención, es a los ingleses a quienes
corresponde el de su popularidad, refinamiento y alto consumo. Y todo ello
gracias a un holandés, Guillermo de Orange, que cuando accedió al trono
británico en 1698 como Guillermo III, llevo consigo a la isla la formula de la
ginebra.
«Acta de la Ginebra»
Sin embargo, parece ser que se fue de las manos, como
demostraría más tarde el «Acta de la Ginebra», pues se hizo tan popular en
Inglaterra, que los soldados que volvían de los Países Bajos la bebían no como
medicina, sino como bebida predilecta, con la excusa que debían tomarla una vez
al día por prescripción médica. El entusiasmo que suscitó fue tal que su
consumo provocó un serio problema para el país.
«La ginebra fue vendida en todas partes. Había un bar en
cada edificio»
Ante el aumento del consumo, los empresarios no dudaron en
añadir a la ginebra cualquier aditivo en el intento de hacerla lo
suficientemente aceptable, sin reducir su producción. Era como si la población
más pobre, que aspiraba a beber como el Rey, aceptara cualquier ginebra sin
darse cuenta de que ellos no podían permitirse la ginebra que bebía el Monarca.
Pero las casas de destilación de mala ginebra crecían a medida que aumentaban
los consumidores.
Para ello «usaron ácido sulfúrico, aceite de trementina y
cal. Era como la muerte en un vaso», asegura a BBC Lesley Solmonson, autor de
«Ginebra: Una historia global». «Fue ferozmente adulterado», añadeJenny Uglow,
autor de «Hogarth: Una vida y un mundo», quien cuenta que la ginebra «fue
vendida en todas partes. Desde tiendas de ultramarinos a los establecimientos
de los barcos. Había un bar en cada edificio».
Judith Defour
Las consecuencias pronto se hicieron evidentes, al producirse
un grave deterioro de su calidad, causando estragos físicos y psíquicos entre
los cientos de miles de consumidores. El ejemplo más impactante de la época
fue, posiblemente, el de Judith Defour, que fue condenado en 1734 por llevar a
su hija fuera de la casa y estrangularla con el fin de vender su ropa para
recaudar dinero con el objetivo de comprar ginebra. El autor terminó confesando
y fue ahorcado.
El resultado de la prohibición de la ginebra en 1751 no fue
no fue el deseado
La consecuencia fue la prohibición a través del «Acta de la
ginebra» de 1751. Pero, como era de esperar, el resultado no fue el deseado:
proliferaron las destilerías clandestinas, el precio subió hasta límites
insospechados y, sobre todo, se produjo un grave deterioro de su calidad,
causando estragos físicos y psíquicos entre los cientos de miles de
consumidores. El Acta redujo el consumo y eliminó eficazmente la mayor parte de
tiendas pequeñas, que era donde se producían los peores excesos, pero no acabó
con el problema, pues desencadeno el mayor interés por la ginebra de la
historia.
Más tarde tuvo que ser levantada la prohibición y la ginebra
inglesa recuperó definitivamente su esplendor, gracias a las normas que
regularon su elaboración, comercio, consumo y fiscalidad. A principios del
siglo XIX, James Burrough produce la famosísima Beefeater, una de las más
vendidas del mundo hoy en día. A él se debe la magistral formula de Gin-Dry,
cuyo componente esencial, el agua de Londres, dio denominación a la ginebra
London-Dry. La fórmula secreta desde entonces se guarda en la torre de Londres,
custodiada por los famosos Beefeaters, guardias cuya vestimenta de estilo
medieval hace las delicias de los turistas.
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