Europa Indigena (parte1): El culto a la Diosa Madre
El proceso
de eliminación del antiguo culto tuvo su punto máximo con la llegada del
cristianismo a Europa donde se lo intento eliminar sistemáticamente a través de
instituciones, como la inquisición, juzgando y dando muerte a los herederos de
la "antigua religión", por ejemplo a las sabias mujeres (léase
brujas) que adoraban secretamente a la Diosa Madre y al Dios Astado, este último
demonizado por la iglesia católica.
Milagrosamente,
la religión de los primeros europeos subsiste hasta estos días a pesar de los
incontables intentos, a través de los siglos, por eliminar y ocultar su
verdadero significado y sentido, los que predican este culto predican el
respeto por la naturaleza, el pacifismo y la igualdad.
* “Se han
descubierto más de 130 de estas esculturas, apoyadas sobre rocas y sobre
tierra, entre los huesos y herramientas de estos pueblos del Paleolítico. Otras
aparecieron cuando se realizó una observación más minuciosa, cinceladas sobre
los salientes y terrazas de piedra sobre las cuevas donde muchas de estas
personas vivían. Las estatuas siempre representan figuras desnudas; son
generalmente pequeñas y con frecuencia gestantes. Algunas se asemejan a mujeres
ordinarias, pero la mayoría tienen la apariencia de madres, como si cuanto
fuera femenino en ellas se hubiese concentrado en el misterio abrumador del
nacimiento. Muchas figuras han sido salpicadas de ocre rojo, el color de la
sangre que proporciona la vida, y con frecuencia su base se va estrechando
hasta formar una punta carente de pies, como si en alguna ocasión hubieran
permanecido clavadas en el suelo con intención ritual.” Anne Baring y Jules
Cashford, “El mito de la Diosa”
* “Son
imágenes femeninas, la mayoría de ellas de formas opulentas, de nalgas y
caderas exageradas, con grandes pechos y vientres de mujeres grávidas. […] las
extremidades y la cabeza suelen ser de formas esquemáticas […] es evidente que
no tienen el propósito de reflejar fielmente la realidad (pues cuando quieren
eso, lo saben hacer muy bien, como lo demostraron en las pinturas rupestres) y
que son símbolos que tienen la finalidad de expresar algo importante. Algo muy
importante, en efecto, porque se trata de estereotipos utilizados a lo largo de
muchos milenios. […] ¿Qué significado tienen dichas imágenes? Se ha dicho de
todo: que son retratos de las mujeres de aquella época, que son imágenes
eróticas, que son sacerdotisas o imágenes de antepasados, que son figuras
mágicas para provocar la fertilidad, que expresan la visión simbólica del
principio femenino …” Josu Naberan, “La vuelta de Sugaar”
* “En todo
caso, y pese a la diversidad de modelos existentes, bien pudiera plantearse la
existencia de una unidad cultural en el amplísimo territorio en el que se
localizan los hallazgos. Sin embargo, el acuerdo entre los investigadores
termina a la hora de dilucidar cuál puede ser el significado que puede
atribuirse a estas figurillas. Según unos, cabe entenderlas como primitivas Diosas
de la fertilidad, teniendo presente lo explícito de los rasgos sexuales
femeninos. Partiendo de esta idea, hay quienes las consideran amuletos de uso
personal (lo que explicaría la ausencia de pies o de soportes para su
colocación en vertical), […] mientras que otros apuntan a que se trata de una
cierta forma de autorretratos (ante lo cual tendríamos que preguntarnos por qué
no los hay masculinos). Por último, no falta quien explica su existencia como
manifestación del carácter matriarcal de estas sociedades paleolíticas.” Juan
Diego Caballero, “ENSEÑ-ARTE: Venus paleolíticas”
*
“Arqueólogos alemanes han descubierto en la región de Danubio (sur) la
estatuilla humana más antigua conocida, una venus con senos y vulva
desproporcionados, tallada en marfil de mamut y datada hace unos 40.000 años.
El hallazgo es toda una sensación, ya que ofrece nueva luz sobre las primeras
expresiones artísticas del hombre primitivo en Europa y presumiblemente en el
mundo, informó hoy Nicholas Conard, profesor de arqueología de la Universidad
de Tubinga y responsable de las excavaciones.
La figura,
de tan solo seis centímetros de longitud, fue hallada en septiembre de 2008
durante unas excavaciones en la cueva de Hohle Fels cerca de la localidad de
Scheklingen, en el sureño estado alemán de Baden-Württemberg, aunque el
descubrimiento se mantuvo en secreto hasta ahora. Nos quedamos sin habla al
verla, dijo Conard al presentar por primera vez a la opinión pública la figura,
que calificó como una pieza llena de energía y muy expresiva. La venus, que
será expuesta a partir de septiembre en el Kunstgebäude de Stuttgart, fue
descubierta rota en seis fragmentos a unos 20 metros de distancia de la boca de
la cueva y le faltan el brazo y hombro izquierdos. Los arqueólogos alemanes
tienen la esperanza de encontrar aún los fragmentos que faltan, ya que su
hallazgo se produjo en una zona marginal de las excavaciones realizadas el
pasado año en la cueva que fue utilizada como vivienda por nuestros antepasados
paleolíticos.
Tallada con
gran detalle, tiene muy marcados los órganos genitales, con senos y vulva de un
tamaño desproporcionado, que contrastan con la pequeñez de sus brazos, piernas
y cabeza, acabados con menos esmero. Un pequeño orificio en la pequeña cabeza
hace pensar que la figura, cuyos fragmentos han vuelto a ser unidos con una
resina sintética, fue portada colgada del cuello. Los arqueólogos alemanes no
dudan de que la nueva venus europea es una representación artística de la
fertilidad y que pudo ser objeto de algún tipo de culto o ritual. Su objetivo o
uso final no dejará de ser, pese a todo, un misterio, como reconoció Conard,
quien comentó con algo de sorna: yo no estaba ahí hace 40.000 años, por lo que
desconozco su verdadera utilidad. Diario “El País” (13-9-2009)
* “El clan
matrifocal (y no la pareja heterosexual) es la primera forma de organización
humana, original y universal. Esto significa que no es un tipo de organización
cualquiera, sino la primera forma grupal que permite la consolidación de la
especie en el tiempo […] El vínculo original diádico madre/criatura se expande
al agregarse otras mujeres en estado de gestación-crianza, y las que habían
pasado por esas etapas (abuelas). Una misma circunstancia las aúna y el
conocimiento compartido permite que cristalice la solidaridad entre ellas. Los
lazos que establece la cópula son momentáneos e inestables, y no parecen haber
sido un elemento fundacional del grupo”. Martha Moia, “El no de las niñas”
* “ El
vínculo más importante era el uterino, el haber compartido el mismo útero y los
mismos pechos. Este es el origen del concepto de la fraternidad humana […] El
vínculo uterino entre un hombre y una mujer era algo fundamental para la
reproducción de las generaciones en una sociedad con sistema de identidad
grupal, horizontal y no jerarquizada, sin concepto de propiedad ni de linaje
individual-vertical; es decir, con conciencia de reproducción grupal.” Casilda
Rodrigañez, “Pariremos con placer”
* “Los
Mosuo (China) tienen un asombroso sistema social en el que el matrimonio y la
paternidad no existen como tales. Se suelen agrupar tres generaciones de
mujeres con sus respectivos hijos. Abuelas, madres e hijas viven bajo el mismo
techo sin admitir la presencia de padres o maridos. Solamente los tíos,
hermanos, hijos y sobrinos […] no existe el concepto del matrimonio [...] el
sexo se practica de forma abierta y libre, solo hay que elegir pareja para
pasar la noche [...] mientras el matrimonio y la fidelidad son considerados
como una herejía [...] no dan muestras de celos. Las tragedias amorosas latinas
de amantes vengativos y atormentados les hacen reír. Parecen pensar que el
visitante se está burlando de ellos. ¿Cómo es posible que alguien acabe con una
preciosa vida por algo tan banal como el sexo?, se preguntan tras escuchar una
historia truculenta de amor y pasión occidental.” Paka Diaz
* “Con
frecuencia se utiliza una metáfora para hablar de las relaciones que establecen
los seres humanos y se dice que conforman la tela de la sociedad. En virtud del
papel que ha desempeñado la mujer […] podríamos decir que es la urdimbre o
recto del hilo; el conjunto de hilos paralelos que se colocan en el telar para
empezar la tela. Es el primer paso del proceso, sin el que no podrían darse los
demás. Por otra parte es la dirección del tejido que posee mayor resistencia
[…] El hombre al entrar en relaciones especificas con la mujer, conforma la
trama. La tela entones, es una función de enlace correcto de urdimbre y trama,
estructura que es producto de la inserción de una dirección en la otra.” Martha
Moia, “El no de las niñas”
* “¿En qué
nos basamos para defender que estas esculturas de mujer son de diosas, y no simplemente
bellezas de la tribu local, o las jóvenes de la cueva de al lado? En primer
lugar, no parece que los artífices de las estatuas tuviesen la intención de
reflejar fielmente la naturaleza, a no ser que asumamos que los artistas
paleolíticos carecían del sentido de la proporción para las hembras humanas,
mientras que poseían un exquisito talento para la de los animales. Si para
describirlas se utiliza la expresión cautelosa de escultura de una mujer, que
se encuentra habitualmente en las placas de los museos, se pasa por alto el
simbolismo que supone el estructurar todas las partes del cuerpo de una manera
tan coherente y consistente. Dado que la totalidad del cuerpo se concentra en
el drama del nacimiento, lo que relatan éstas, y muchas otras figuras, es la
historia de cómo se origina la vida.
El misterio
del cuerpo femenino es el misterio del nacimiento, que es también el misterio
de lo no manifiesto convirtiéndose en manifiesto en la totalidad de la
naturaleza. Esto trasciende con creces el cuerpo femenino y la mujer como
soporte de esta imagen, pues el cuerpo de la hembra de cualquier especie nos
conduce, a través del misterio del nacimiento, al misterio de la vida misma.
Si
admitimos el significado religioso de estas figuras, no podemos simplemente
etiquetarlas como ídolos de fertilidad: la palabra ídolo trivializa
invariablemente el carácter luminoso de la experiencia religiosa, en tanto que
sólo se utiliza para designar las formas de culto de otros pueblos, y la
palabra fertilidad pasa por alto también, de forma llamativa, el hecho de que
muchas personas de nuestro tiempo rezan a la Virgen María para que les conceda
hijos. De modo similar, denominarlas estatuillas de Venus es reducir la
universalidad de un primer principio (la madre) al nombre de la diosa romana
del amor, que era por entonces sólo una diosa entre otras muchas, todas ellas
suplantadas tiempo atrás por el Dios Padre como soberano y creador del mundo.
De modo que, para intentar devolver a las figuras del Paleolítico su propia
dignidad original, preferimos designar esas imágenes sagradas de los poderes
del universo que dan vida, alimentan y regeneran, con el nombre de Diosa madre,
o simplemente Diosa.” Anne Baring y Jules Cashford, “El mito de la Diosa”
* “Una prueba
de irrefutable consistencia para calificar estas imágenes paleolíticas como
Diosas es el hecho de que se hayan hallado más de 30.000 estatuillas de
similares características pertenecientes al periodo neolítico (7.500-3.500
a.C.), muchas de ellas sobre altares y salpicadas con ocre rojo. De este modo
se establece un continuum simbólico en la cosmovisión indígena europea ¡de más
de 35.000 años!, desde las tribus cazadoras-recolectoras del Paleolítico
Superior a las primeras poblaciones agrícolas del neolítico europeo.” Guillermo
Piquero
* “El
Arquetipo de la Madre es, sin duda, uno de los primeros símbolos de la historia
de la humanidad. […] La importancia de este Arquetipo estriba en que constituyó
la base del desarrollo de la mayoría de las religiones del planeta.
Efectivamente, estudios modernos han ido verificando cada vez con mayor certeza
que, en el origen de la mayoría de las concepciones mitológicas del mundo, eran
Diosas las supremas deidades.
Como indica
la investigadora Bárbara Walker: “A la tierra se le han dado miles de nombres
femeninos (Asia, África, Europa) que corresponden a distintas manifestaciones
de una misma Diosa. Diversos países llevaban el nombre de alguna antepasada o
de otra manifestación de la Gran Madre: Libia, Rusia, Anatolia, Lacio, Holanda,
China, Jonia, Acadia, Caldea, Escocia (Scotia), Irlanda (Eriu, Erin, Hera),
fueron sólo unos pocos. Cada nación dio a su territorio el nombre de su propia
Madre Tierra”.
En América,
la divinidad existía bajo los nombres de Pacha-Mama o Mamanchic para los Incas;
Mapu para los Mapuches; Ixchel, en el panteón Maya; Coatlicue para los Aztecas;
la Sedna de los esquimales; Tacoma de los Salish; Maka Ina de los Siux Oglalas;
Iyatiku de los Keres y Kokyang Wuthi de los Hopis, además de otros muchos. En
Africa occidental era Mawu; Isis o Hator en Egipto; Innana, Astarté, Ishtar o
Asherah en Oriente Medio; Rhea en Creta; Kubaba en Turquía, Cibeles en Grecia;
Semele en Tracia y Frigia; Zemyna en Lituania; Pele en Hawai... la lista es
interminable.
A este
respecto, el historiador del arte Merlin Stone comenta: “No nos encontramos
ante una desconcertante miríada de deidades, sino ante una variedad de títulos
que son el resultado de lenguajes y dialécticas diversos, pero cada uno de los
cuales se refiere a una divinidad femenina muy parecida.”[…] El Arquetipo de la
Madre se vincula de este modo con los más remotos procesos de concienciación de
nuestra especie.” Alexis López Tapia, “Arquetipos de la madre”
* “En las
sociedades primitivas el arquetipo era un instrumento de aprendizaje, pues a
través de la identificación con esa imagen se experimentaba una comprensión
interna, consciente o inconsciente, y a través de la cual se podían despertar y
expresar las energías arquetípicas. Uno de los más frecuentes en muchas
culturas era el de la fuerza femenina universal (la Gran Diosa) […] A pesar de
que entre una estatua de una diosa y la mujer existía una distancia física […]
la mujer no sentía esa separación sino que se identificaba directa y
estrechamente con la imagen; un claro ejemplo son los antiguos poemas e
invocaciones a las diosas de Egipto o Asiria que aún se conservan: muchos de
ellos están escritos en primera persona, lo que demuestra que la mujer que
decía esas palabras se identificaba con la naturaleza divina de su ser, y en
consecuencia hablaba como diosa”. Miranda Gray, “Luna roja”
* “Cuando
tratamos de hacernos una idea de cómo vivían y pensaban nuestros antepasados
del Paleolítico, imaginándonos a nosotros mismos en las bocas de sus cuevas,
contemplando el exterior, ¿no vemos acaso como el fenómeno más misterioso la
luna … y las caras de la luna, que constantemente cambian de un modo que
siempre es constante? Los dos términos, el fijo y el variable, proporcionan la
primera noción de secuencia, medida y tiempo. Este significado de la luna aún
se esconde en nuestro lenguaje: el griego mene significa “luna”, el latín
mensis “mes”, y mensura, con la misma raíz, significa “medida”, de donde proviene
el nombre del ciclo menstrual; pues los cambios de la luna hicieron posible el
medir por vez primera períodos de tiempo que superasen el día (que podía
calcularse por el sol).[…] La luna era indudablemente la imagen central de lo
sagrado para estos pueblos primitivos; su ritmo dual, constante y cambiante,
les proveyó de un punto de orientación desde el que medir diferencias, concebir
patrones y establecer asociaciones. Su perpetuo regresar a los propios orígenes
los impulsó a recomponer lo que en apariencia se había hecho pedazos. En todas
las mitologías hasta la Edad del Hierro (1250 a. C.) se percibía la luna, gran
luz brillando en la oscuridad de la noche, como una de las imágenes supremas de
la Diosa, el poder unificador de la Madre de Todo. Ella era la medida de los
ciclos temporales y de las conexiones e influencias celestes y terrestres.
Gobernaba
la fecundidad de la mujer, las aguas del mar y todas las fases de crecimiento y
decrecimiento. Las estaciones se sucedían en secuencias, al igual que las fases
de la luna. Constituía una imagen perdurable tanto de la regeneración en el
tiempo como en la totalidad atemporal: lo que se perdía aparentemente con la
luna menguante, se restablecía con la creciente. La dualidad, imaginada como la
luna creciente y menguante, era contenida y trascendida en su totalidad. De
forma análoga, por lo tanto, la vida y la muerte no tenían por qué ser
percibidas como opuestos, sino que podían ser consideradas fases que se suceden
la una a la otra en un ritmo sin fin. No resulta sorprendente, pues, que la
mitología lunar precediese a la solar en muchas, si no en todas, partes del
mundo.” Anne Baring y Jules Cashford, “El mito de la Diosa”
* “La Diosa
como luna ha sido representada por tres figuras de mujeres que simbolizaban el
ciclo vital femenino: la Doncella, la Madre y la Bruja. Normalmente la Doncella
presentaba un aspecto enérgico y dinámico, reflejaba la luz de la luna
creciente, y se la asociaba con el color blanco. La Madre Resplandeciente,
símbolo de la fertilidad y la nutrición, reflejaba la intensa luz de la luna
llena y se la relacionaba con el color rojo. Por último, la Bruja era la
representación de la sabiduría, la puerta de la muerte y la senda hacia los
poderes del mundo interior; […] y estaba asociada con los colores azul o
negro.” Miranda Gray, “Luna Roja”
* “En la
tradición norteamericana (sioux, lakotas, sénecas,…) se llamaba período de la
luna a la menstruación. Una mujer cuando menstruaba se la consideraba en su
momento más poderoso física y espiritualmente. El reposo durante la
menstruación era considerado imprescindible para que la persona pueda estar
concentrada en los planos espirituales adquiriendo sabiduría. Ese reposo tiene
lugar en un tipi especial llamado la tienda de la Luna. Para el pueblo kogi,
que habita en las montañas de Colombia, el mundo fue creado por la Gran Madre mientras
menstruaba: su sangre es oro y ella permanece en la tierra, es fertilidad.
Muchas otras tradiciones toman este ritual de sangrar durante la menstruación
en la tierra como símbolo de reconexión con la Madre y donación de algo bueno y
nutritivo. En la tradición egipcia por ejemplo, la joven menstruaba sobre un
poco de musgo de la orilla del río. Para los lamas tibetanos la primera
menstruación de una joven era la medicina más potente de la comunidad. Se dice
que el lunar rojo que las hindúes se pintan a la altura del entrecejo (en el
tercer ojo) simboliza la visión que las mujeres adquirimos durante el sangrado
menstrual. Actualmente los shuar (de la selva ecuatoriana) también mantienen un
ritual que llaman pago a la tierra. Es un ritual complejo, con mucha
preparación y que continúa con la construcción de un altar para recordar lo
sagrado de ese momento. Cuando comienza la menstruación, se dejan gotas de
sangre sobre todo el conjunto de ofrendas que muy cuidadosa y detalladamente
hay que recoger con determinada intención y pedidos. Al rezar durante la
ceremonia, se pide por la reconexión con la Madre Tierra y que el ciclo
menstrual esté alineado con los ciclos mayores de la vida, de ese modo
despertamos una memoria en el cuerpo que recuerda que está unido al resto de la
naturaleza de una manera armónica, según palabras de un curandero shuar.”
Adriana Filgueiras, “Ritos menstruales en las tradiciones históricas”
* Según
Brooke Medicine Eagle: “La sangre de luna (menstrual) de la mujer se halla
entre las sustancias más nutrientes y bio-energetizantes de la tierra. Puesta
sobre una planta, ésta se nutre en profundidad. Nuestras costumbres nativas
proponían, durante nuestras ceremonias de siembra y nutrición de las cosechas,
que las mujeres en su tiempo lunar se movieran entre las plantas y derramaran
su sangre. Nuestras mujeres siempre dieron su sangre honrosamente. Se sentaban
sobre el suelo y la donaban directamente o la derramaban sobre musgos que luego
depositaban sobre la tierra, para nutrirla y renovarla. Se acompañaban con esta
canción:
Entrego
esta sangre de vida a todas mis relaciones y abro mi matriz a la luz.
Entrego
esta sangre de vida a todas mis relaciones y abro mi matriz a la luz.
Entrego,
entrego, entrego, entrego; abro mi matriz a la luz.
* “En la
región de los montes Altai (Sur de Siberia), un lugar donde pervive el
chamanismo de origen femenino más antiguo, reconocen la llegada de la
menstruación como el momento en que una mujer puede vivir el goce del sexo, el
orgasmo como un modo de iluminar la conciencia y expandir la energía (aun
cuando la actividad sexual sea en soledad). Creen que la sangre menstrual es la
única que el cuerpo expulsa sin acto de crueldad ni heridas y es una
representación de un reinicio de ciclo cada mes. Esta sangre es sagrada para
quienes adoran a la Diosa (la Tierra) y se la ofrendan. Se celebra con una
fiesta tradicional para dar inicio a un periodo de profunda sensibilidad en el
que las mujeres estarán más perceptivas que nunca para consultar oráculos y
confiar en las visiones y la intuición; un don femenino. Suponen que la Madre
Tierra devuelve a sus mujeres la energía a través de la vulva, por lo que
danzan desnudas sobre los campos sembrados para fertilizarlos.
[…] El
pueblo apache rinde un culto amoroso a las chicas que comienzan a menstruar a
través de la ceremonia de Sunrise. Durante cuatro días se celebra la unión de
la chica con la Madre Tierra a través de danzas, cantos, ritos sagrados y
regalos; es pintada de blanco y con arcilla para que la bendición de la tierra
recaiga sobre ella. A partir de ese momento, a la mujer se le considera
poderosa y bendecida por su fertilidad. Una verdadera fiesta que hasta la fecha
se sigue practicando.” Mitos de la menstruación
* “Los
pigmeos del Zaire celebran las primeras menstruaciones de las chicas con una
gran fiesta de gratitud y alegría. La mujer joven experimenta el orgullo y el
placer, y todo el grupo demuestra su felicidad.” John Zerzan, “Futuro
primitivo”
* “En muchas
culturas amazónicas la llegada de la primera menstruación en las jóvenes
indígenas resulta un acontecimiento relevante en la aldea y es acompañada de
celebraciones.” Wigberto Rivero Pinto, “La sexualidad en los indigenas
amazónicos”
* “Hoy en
día conocemos las hormonas que acompañan el placer y la actividad sexual. Creo
que es universalmente conocido que la oxitócica, la hormona del amor como la
llamo Niles Newton, se segrega cuando hay alguna actividad sexual. Y al mismo
tiempo, la oxitócica también está reconocida como oxitócico; tiene el efecto de
distender los haces musculares del útero y dilatar su boca. De hecho la
medicina utiliza la oxitócica sintética para inducir o acelerar el parto. El
que la hormona del amor tenga receptores en los músculos uterinos y sea
oxitócica, creo que es una prueba de que el proceso fisiológico del parto
pertenece a la esfera de los fenómenos fisiológicos amparados por la sexualidad
de la mujer. Y también que la fabricación de oxitócica sintética, es una prueba
de la robotización de la fisiología de la maternidad. […] En su famoso tratado
sobre sexualidad, Masters y Johnsons aseguran que en todo orgasmo femenino se
producen contracciones del útero, lo que viene a ser otra perspectiva para
entender las contracciones del parto así como los partos orgásmicos, y que nos
lleva a lo mismo; es decir, que el fenómeno conocido como orgasmo consiste en
unos movimientos rítmicos del útero (contracciones o latidos) que al relajarse
y distenderse, relajan también el cérvix. […] Pero sin duda, una de las
respuestas más importantes la encontramos en la investigación de Maryse Choisy,
en base al seguimiento de la vida sexual de 194 mujeres a lo largo de 15 años,
según el cual el orgasmo femenino auténtico es el cervico uterino, el que tiene
su epicentro en el útero.” Casilda Rodrigañez, “La maternidad y la correlación
entre la libido y la fisiología”
* “Según la
sexóloga francesa Maryse Choisy […] el útero es el centro del sistema erógeno
de la mujer y actúa como una caja de resonancia de placer; Choisy habla de un
orgasmo cervico-uterino que por lo general se confunde con el orgasmo vaginal,
y que es el más intenso, de mayor placer y se extiende por todo el organismo:
el orgasmo femenino auténtico no se produce ni en el clítoris ni en la vagina.
Tiene su origen en el cuello del útero. El orgasmo cervico-uterino difiere
radicalmente de todos los otros placeres en intensidad, en profundidad, en
calidad, en ritmo sobre todo y en extensión. Es más difuso. Termina por abarcar
el cuerpo entero. Asegura que la expresión ultravaginales, a veces utilizada
para describir los orgasmos profundos e intensos, en realidad debe referirse al
uterino. Choisy dice: un día las chicas descubren solas, que el gesto de
apretar los muslos o las nalgas, un poco más fuerte de lo habitual, les procura
un orgasmo situado en alguna parte profunda de su interior.” Casilda
Rodrigañez, “Pariremos con placer”
* “Cuatro
de nuestros principales sistemas hormonales están activos durante el trabajo
del parto. Estos producen, durante este período, niveles altos de oxitócica, la
hormona del amor; endorfinas, hormonas del placer y la trascendencia;
adrenalina y noradrenalina, hormonas de la excitación; y prolactina, hormona de
la ternura maternal. Estos sistemas son comunes a todos los mamíferos y se
originan en nuestro cerebro mamífero o cerebro medio, también conocido como
sistema límbico. Para que el parto siga su curso normal óptimamente, esta parte
del cerebro debe anteponerse al neocortex, o mente racional. Esta transición
puede darse en una atmósfera de silencio y privacidad, por ejemplo, al bajar
las luces, hablar bajo y no provocar o esperar una respuesta o conducta
racional de la mujer en trabajo de parto. Bajo estas condiciones la mujer
intuitivamente escogerá los movimientos, respiración y posiciones que la ayuden
a parir fácilmente a su bebé. Esto está impreso en su código hormonal y
genético.” Dra. Sarah J Buckley, “Nacimiento extático”
* “Para
hacernos una idea de la que se hace con los partos podemos recordar lo que
ocurre en las relaciones sexuales entre adultos cuando suena el teléfono o
alguien llama a la puerta. Si una llamada de teléfono nos corta, es porque las
funciones sexuales requieren la pasividad del neocortex, un estado de
inhibición a favor del cerebro arcaico; lo que se dice estar en un estado de
abandono al deseo y al placer. Imaginémonos lo que sería lograr un orgasmo en
medio de personas entrando y saliendo, hablando y diciéndonos lo que tenemos
que hacer, impidiendo el abandono al deseo … Pues algo así es lo que hacemos
cuando parimos, es decir, sustituir los sentimientos, el amor, el deseo entre
dos personas que lleva al alumbramiento, por la técnica y las órdenes. La pérdida
de la intimidad que tiene lugar en los paritorios de los hospitales culmina la
trágica consagración del parto violento y doloroso.” Casilda Rodrigañez, “La
represión del deseo materno”
* “Un
músculo (útero) que se inmoviliza pierde su flexibilidad. Y pensemos en que si
una simple inmovilización durante algún tiempo por una escayola requiere
después ejercicios de rehabilitación para que el tejido muscular se recupere,
¿qué sería, por ejemplo, de un brazo que hubiese permanecido inmovilizado
durante toda la vida porque no sabíamos que teníamos ese brazo ni para que
servía? Y si quisiéramos utilizarlo, nos encontraríamos con unos músculos que
habrían perdido su elasticidad, rígidos y contracturados. Y como todo el mundo sabe
lo que duele un calambre, podemos entonces entender los dolores de la
dilatación del cuello uterino en nuestra sociedad. Es significativo que en el
Génesis se diga parirás con dolor, como algo nuevo que iba a ser y que antes no
era.” Casilda Rodrigañez, “La sexualidad de la mujer”
* “Según la
antropóloga Martha Moia, en la estructura social matrifocal, la identidad era
grupal y la convivencia estaba basada en el deseo materno de bienestar
directamente vinculado a la conservación y protección de la vida. Se trataba de
ayudarse en la tarea común de dar y conservar la vida. Los mayores y los
fuertes cuidaban y protegían a los pequeños y a los débiles como requisito de
bienestar de conservación del grupo. La ayuda y no la lucha eran la garantía de
la vida”. Casilda Rodrigañez, “El asalto al Hades”
*
“Rohrlich-Leavitt ha hecho notar que los datos de los que disponemos muestran
que generalmente los cazadores recolectores ignoran la agresión colectiva y rechazan
la competencia entre grupos, reparten libremente los recursos, aprecian el
igualitarismo y la autonomía personal en el cuadro de la cooperación de grupo y
son indulgentes y tiernos con los niños.
Decenas de
estudios hacen del reparto y del igualitarismo el carácter distintivo de estos
grupos:
Lee ha
hablado de la universalidad del reparto entre los recolectores cazadores, igual
que en la obra de Marshall se reseña una ética de la generosidad y de la
humildad demostrando una tendencia fuertemente igualitaria entre los
recolectores cazadores.
Tanaka
proporciona un ejemplo típico: el rasgo de carácter más apreciado es la
generosidad, y el más despreciado la avaricia y el egoísmo.
Baer ha
reportado que el igualitarismo y el sentido democrático, la autonomía personal
y la individualización, el sentido protector y el instinto alimentador como las
virtudes cardinales de los no civilizados; y Lee ha hablado de una aversión
absoluta por las distinciones jerárquicas entre los pueblos recolectores
cazadores del mundo entero.
Leacock y
Lee han precisado que toda presunción de autoridad en el seno del grupo provoca
el enfado o la cólera entre los Kung, como se había reportado también entre los
Mbouti, los Hazda y los montañeses de Naskapi entre otros.
Según
Duffy, los Mbouti son naturalmente igualitarios: no tienen ni jefes ni reyes, y
las decisiones que conciernen al clan son tomadas por consenso.
Dramper se
impresionó por las relaciones distendidas y igualitarias entre hombres y
mujeres San, con su suavidad y respeto mutuo, tipo de relación que perdura,
mientras los San continúan siendo recolectores cazadores.” John Zerzan, Futuro
primitivo
* “Los
estudios etnográficos sobre sociedades actuales demuestran que lo extraño es
encontrar una actividad que sólo acometan hombres o mujeres. El reparto de
trabajo es una construcción social y, por tanto, cada sociedad la gestiona como
mejor entiende. En las sociedades de la prehistoria no tenemos datos que nos
lleven a pensar que las mujeres no cazaban o que no intervinieron en
determinadas producciones, como la de piedra tallada o la metalurgia. Además,
muchas imágenes del pasado las muestran plenamente integradas en cuestiones
rituales y religiosas. […] En todas las sociedades conocidas existe una
división del trabajo por sexos. Esta separación no implica que un grupo realice
tareas menos importantes que el otro, sino que es una estrategia social para
obtener más éxito en la explotación de los recursos. Algunas teorías apuntan a
que en este reparto fue fundamental la vinculación de las mujeres con las crías
humanas, que requieren una atención constante al menos durante los primeros
años de vida. El menosprecio hacia estos trabajos es una construcción posterior
de la sociedad patriarcal en la que vivimos.” Margarita Sánchez Romero,
“Andalucía investiga”
*
“Simplemente, mientras el hombre dedicaba más tiempo a la caza mayor, la mujer
recolectaba frutos, vegetales y tubérculos, cazaba animales menores y,
naturalmente, cuidaba de los niños. Sería un error creer que desde el punto de
vista alimentario, la caza era una actividad más importante o de mayor
rendimiento que la recolección. Como se ha demostrado recientemente, en casi
todos los pueblos estudiados la dieta era ante todo vegetariana. Con la natural
excepción de los pobladores del Antártico, en el resto de culturas más del 50%
de las calorías y las proteínas provenían de fuentes vegetales […] En un
estudio de 24 pueblos que existen actualmente se han obtenido los siguientes
resultados: 3 de ellos derivan su alimentación fundamentalmente de la caza, 5
de la pesca, y el resto, 16, de la recolección. Solo en un caso la recolección
representa el 10% de la alimentación, y en 2, el 20%. El estudio concluye que
las actividades recolectoras que incluyen plantas y moluscos son las más
productivas desde el punto de vista alimentario, seguidas por la pesca. La caza
de mamíferos es la fuente más aleatoria y, por tanto, es en general menos
importante que las otras dos. […] Según otro estudio sobre una muestra más
amplia de 58 culturas […] 29 tienen como fuente principal de subsistencia la
recolección, 18 la pesca y 11 la caza. Las conclusiones son que para los
cazadores-recolectores primitivos la fuente más segura y estable de
alimentación es la recolección, mientras que la carne proveniente de la caza es
un suplemento necesario y codiciado, pero aleatorio, y que la mujer recolectora
adquiere como proveedora tanta importancia como el hombre cazador.” Enrique
Semo, “Los orígenes: de los cazadores y recolectoras a las sociedades tributarias.
FUENTE : http://www.europaindigena.com
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