miércoles, 18 de junio de 2014

Las otras mujeres del Mundial





Erase una vez en Pakistan

“Brazuca” se llama la pelota oficial del mundial; pero las manos que la fabrican están muy lejos del país al que hace honor el nombre. En Sialkot, cerca de la frontera pakistaní con India, una fábrica con 1400 trabajadores elabora este componente vital de la parafernalia mundialista; allí, mujeres cubiertas de pies a cabeza con su atuendo tradicional, con el velo cubriendo sus cabezas, se encargan manualmente de algunos de los pasos finales de la fabricación del preciado balón. En Sialkot, como en Brasil o Argentina, la precarización tiene cara de mujer. Una trabajadora de una de las tantas fábricas de elementos deportivos características de esta ciudad trabaja un promedio de 10 horas por día, por un sueldo mucho menor al de sus pares masculinos. El 90% de las trabajadoras en Pakistán no tiene ningún tipo de contrato formal ni cobertura social, y no se les permite afiliarse a los sindicatos. En este país donde el 25% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, cada año centenares de mujeres son asesinadas en los llamados “crímenes de honor”; para salvar el “buen nombre” de la familia por una falta que haya cometido cualquiera de ellos, se condena a muerte o violación múltiple a una de las mujeres que la integran.

Mientras tanto, en el país del Carnaval…

A 14.000 kilómetros de Pakistán, en Brasil, la publicitada creación de puestos de trabajo durante los
gobiernos del PT se basó en la precarización laboral y la tercerización, como en Argentina. La mayoría de estos puestos precarios fueron ocupados por mujeres y jóvenes. En el Brasil gobernado por Dilma Rousseff, una mujer es asesinada cada dos horas, y las violaciones se cuentan por decenas de miles cada año. Con el Mundial se potencia uno de los aspectos más sórdidos de la violencia contra las mujeres: la explotación sexual. Los medios argentinos vienen sacando notas con tono “picaresco” acerca de cómo “se preparan las prostitutas” para el Mundial, lo cual además de chocante, resulta aberrante cuando se trata de un destino privilegiado del llamado “turismo sexual”. Se calcula que unos 40 millones de personas son prostituidas en todo el mundo, mientras que la trata victimizaría a alrededor de 2,5 millones. Los analistas señalan que lo que vuelve más vulnerables a las víctimas de trata y explotación sexual en Brasil, además de la pobreza y las pésimas condiciones de vida de millones, es lo bajo de las penas para los explotadores; existen redes mafiosas cuidadosamente armadas con participación de funcionarios y fuerzas represivas, donde las personas son llevadas a través de ciertos puntos fronterizos ya conocidos para estos fines, si es que no se las explota dentro del mismo país. Para algunos medios todo esto parece no revestir la menor gravedad; La Nación publicó esta semana, por ejemplo, que “nadie está más dispuesto a poner toda la carne en el asador que las prostitutas de Vila Mimosa, la "zona roja" de Río de Janeiro” , volviendo a la sutil metáfora de las mujeres como pedazos de carne en otros párrafos. Es de suponer que así ven también a las más de 250.000 niñas prostituidas en Brasil, cuyo número aumenta cada día al calor de la llegada de visitantes extranjeros. 8 millones de reales es lo que invierte el gobierno en programas para frenar la prostitución infantil, una cifra ridícula frente a los 1.800 millones que lleva gastados en operativos de seguridad por el Mundial.

Ningún ‘jogo bonito’

La realización del Mundial no hizo sino empeorar la situación de grandes sectores de la población del país, además de provocar indignación por el despilfarro y los negociados en torno al evento. Mientras el gobierno lleva invertidos 15.000 millones de dólares en el Mundial, una de cada cuatro personas sobrevive con un salario mínimo de US$ 310, cuatro veces menos de lo que cuestan algunas entradas al evento. Los preparativos llevan mucho tiempo, e incluyeron la militarización de las ciudades donde habrá partidos, el desalojo violento de más de 150.000 habitantes de los barrios más pobres, y la muerte de obreros de la construcción por el aceleramiento en las obras, a pedido de la FIFA. Mientras Adidas fabrica pelotas en Pakistán aprovechando la mano de obra barata, es una de las multinacionales que se beneficia con los US$ 680 millones en exenciones impositivas en Brasil. Pero el gobierno del PT no se la está llevando de arriba: “el pueblo ‘alegre y pasivo” brasileño fue sustituido por un pueblo luchador, un pueblo de reivindicaciones y sueños que no siempre caben en el fútbol y las telenovelas” . Choferes de autobús, recolectores de residuos, petroleros, bancarios, la comunidad educativa de la USPI y los trabajadores del subte y los aeropuertos están entre los sectores que vienen saliendo a luchar con dureza por sus reivindicaciones, demostrando junto a los miles de manifestantes en las calles, que no van a dejarse encandilar por los fuegos de artificio de ningún espectáculo.

1 “Como las selecciones, las prostitutas de Río ya tienen todo listo para jugar su propio Mundial”, La Nación, 10/06/14.

2 Iuri Tonelo, “Brasil: el gigante entra a la cancha”, Ideas de Izquierda 10, junio 2014.

Por Verónica Zaldívar

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