Las otras
mujeres del Mundial
Erase una
vez en Pakistan
“Brazuca”
se llama la pelota oficial del mundial; pero las manos que la fabrican están
muy lejos del país al que hace honor el nombre. En Sialkot, cerca de la
frontera pakistaní con India, una fábrica con 1400 trabajadores elabora este
componente vital de la parafernalia mundialista; allí, mujeres cubiertas de
pies a cabeza con su atuendo tradicional, con el velo cubriendo sus cabezas, se
encargan manualmente de algunos de los pasos finales de la fabricación del
preciado balón. En Sialkot, como en Brasil o Argentina, la precarización tiene
cara de mujer. Una trabajadora de una de las tantas fábricas de elementos
deportivos características de esta ciudad trabaja un promedio de 10 horas por
día, por un sueldo mucho menor al de sus pares masculinos. El 90% de las
trabajadoras en Pakistán no tiene ningún tipo de contrato formal ni cobertura
social, y no se les permite afiliarse a los sindicatos. En este país donde el
25% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, cada año centenares de
mujeres son asesinadas en los llamados “crímenes de honor”; para salvar el
“buen nombre” de la familia por una falta que haya cometido cualquiera de
ellos, se condena a muerte o violación múltiple a una de las mujeres que la
integran.
Mientras
tanto, en el país del Carnaval…
A 14.000
kilómetros de Pakistán, en Brasil, la publicitada creación de puestos de
trabajo durante los
gobiernos del PT se basó en la precarización laboral y la tercerización, como en Argentina. La mayoría de estos puestos precarios fueron ocupados por mujeres y jóvenes. En el Brasil gobernado por Dilma Rousseff, una mujer es asesinada cada dos horas, y las violaciones se cuentan por decenas de miles cada año. Con el Mundial se potencia uno de los aspectos más sórdidos de la violencia contra las mujeres: la explotación sexual. Los medios argentinos vienen sacando notas con tono “picaresco” acerca de cómo “se preparan las prostitutas” para el Mundial, lo cual además de chocante, resulta aberrante cuando se trata de un destino privilegiado del llamado “turismo sexual”. Se calcula que unos 40 millones de personas son prostituidas en todo el mundo, mientras que la trata victimizaría a alrededor de 2,5 millones. Los analistas señalan que lo que vuelve más vulnerables a las víctimas de trata y explotación sexual en Brasil, además de la pobreza y las pésimas condiciones de vida de millones, es lo bajo de las penas para los explotadores; existen redes mafiosas cuidadosamente armadas con participación de funcionarios y fuerzas represivas, donde las personas son llevadas a través de ciertos puntos fronterizos ya conocidos para estos fines, si es que no se las explota dentro del mismo país. Para algunos medios todo esto parece no revestir la menor gravedad; La Nación publicó esta semana, por ejemplo, que “nadie está más dispuesto a poner toda la carne en el asador que las prostitutas de Vila Mimosa, la "zona roja" de Río de Janeiro” , volviendo a la sutil metáfora de las mujeres como pedazos de carne en otros párrafos. Es de suponer que así ven también a las más de 250.000 niñas prostituidas en Brasil, cuyo número aumenta cada día al calor de la llegada de visitantes extranjeros. 8 millones de reales es lo que invierte el gobierno en programas para frenar la prostitución infantil, una cifra ridícula frente a los 1.800 millones que lleva gastados en operativos de seguridad por el Mundial.
gobiernos del PT se basó en la precarización laboral y la tercerización, como en Argentina. La mayoría de estos puestos precarios fueron ocupados por mujeres y jóvenes. En el Brasil gobernado por Dilma Rousseff, una mujer es asesinada cada dos horas, y las violaciones se cuentan por decenas de miles cada año. Con el Mundial se potencia uno de los aspectos más sórdidos de la violencia contra las mujeres: la explotación sexual. Los medios argentinos vienen sacando notas con tono “picaresco” acerca de cómo “se preparan las prostitutas” para el Mundial, lo cual además de chocante, resulta aberrante cuando se trata de un destino privilegiado del llamado “turismo sexual”. Se calcula que unos 40 millones de personas son prostituidas en todo el mundo, mientras que la trata victimizaría a alrededor de 2,5 millones. Los analistas señalan que lo que vuelve más vulnerables a las víctimas de trata y explotación sexual en Brasil, además de la pobreza y las pésimas condiciones de vida de millones, es lo bajo de las penas para los explotadores; existen redes mafiosas cuidadosamente armadas con participación de funcionarios y fuerzas represivas, donde las personas son llevadas a través de ciertos puntos fronterizos ya conocidos para estos fines, si es que no se las explota dentro del mismo país. Para algunos medios todo esto parece no revestir la menor gravedad; La Nación publicó esta semana, por ejemplo, que “nadie está más dispuesto a poner toda la carne en el asador que las prostitutas de Vila Mimosa, la "zona roja" de Río de Janeiro” , volviendo a la sutil metáfora de las mujeres como pedazos de carne en otros párrafos. Es de suponer que así ven también a las más de 250.000 niñas prostituidas en Brasil, cuyo número aumenta cada día al calor de la llegada de visitantes extranjeros. 8 millones de reales es lo que invierte el gobierno en programas para frenar la prostitución infantil, una cifra ridícula frente a los 1.800 millones que lleva gastados en operativos de seguridad por el Mundial.
Ningún
‘jogo bonito’
La
realización del Mundial no hizo sino empeorar la situación de grandes sectores
de la población del país, además de provocar indignación por el despilfarro y
los negociados en torno al evento. Mientras el gobierno lleva invertidos 15.000
millones de dólares en el Mundial, una de cada cuatro personas sobrevive con un
salario mínimo de US$ 310, cuatro veces menos de lo que cuestan algunas
entradas al evento. Los preparativos llevan mucho tiempo, e incluyeron la
militarización de las ciudades donde habrá partidos, el desalojo violento de
más de 150.000 habitantes de los barrios más pobres, y la muerte de obreros de
la construcción por el aceleramiento en las obras, a pedido de la FIFA.
Mientras Adidas fabrica pelotas en Pakistán aprovechando la mano de obra
barata, es una de las multinacionales que se beneficia con los US$ 680 millones
en exenciones impositivas en Brasil. Pero el gobierno del PT no se la está
llevando de arriba: “el pueblo ‘alegre y pasivo” brasileño fue sustituido por
un pueblo luchador, un pueblo de reivindicaciones y sueños que no siempre caben
en el fútbol y las telenovelas” . Choferes de autobús, recolectores de
residuos, petroleros, bancarios, la comunidad educativa de la USPI y los
trabajadores del subte y los aeropuertos están entre los sectores que vienen
saliendo a luchar con dureza por sus reivindicaciones, demostrando junto a los
miles de manifestantes en las calles, que no van a dejarse encandilar por los
fuegos de artificio de ningún espectáculo.
1 “Como las
selecciones, las prostitutas de Río ya tienen todo listo para jugar su propio
Mundial”, La Nación, 10/06/14.
Por Verónica Zaldívar
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